EN PROFUNDIDAD
Ramón Díaz
Por Íñigo de Barrón Arniches, periodista que ha trabajado en medios como El País, donde fue Corresponsal Financiero entre el 2000 y 2022, Europa Press o Expansión. También ha colaborado en algunos canales de televisión y radio, como RTVE, La Sexta, Cuatro, COPE, Cadena SER y Onda Madrid. Autor del libro “El hundimiento de la banca”, entre otros, ha recibido a lo largo de su carrera diferentes premios como el Schroders al mejor artículo del año y el ING de Periodismo.
“Durante la vida de Luis Valls hubo una simbiosis total entre su personalidad y el proyecto del Banco Popular”
La visión que tiene un médico sobre alguien que ha sido su paciente durante casi ocho años es completamente diferente a la de los directivos que convivieron con él. Ramón Díaz, (doctor en el Popular entre 1997 y 2017) hace un análisis introspectivo de la personalidad de Luis Valls a través de las conversaciones que mantuvo con él, de su comportamiento en las cuestiones médicas que trató por sus diferentes problemas de salud y en las opiniones que escuchó de otras personas de su entoro. Díaz destaca la fuerza de su mirada, de sus silencios y su enorme autoritas en la entidad, así como la cercanía y empatía que tuvo con las personas que le cuidaban o le atendían en el Banco. Sin duda, Díaz cree que marcó definitivamente al Popular con su impronta personal.
Pregunta.¿Cómo fue su llegada al Banco Popular?
Respuesta.Entré en en la entidad en 1997 porque se jubilaba el médico que había en el edificio Beatriz, la sede del Banco en Madrid. Estaba el doctor Núñez y Manuel Bravo, que era el enfermero, que llevaba toda la vida y que siguió trabajando hasta después de cumplir los 80 años. Bravo tenía una confianza extraordinaria con Valls. Mi llegada coincide con la nueva normativa de prevención de riesgos laborales, que exigía adaptar los servicios médicos antiguos de una empresa. Pasaba consulta en la primera planta. Además teníamos un despacho, con una enfermera, María Pilar, en la calle Núñez de Balboa de Madrid. En principio, no tuve una relación directa con Luis Valls (LV), aunque sí con Rafael Termes, con quien la mantuve mucho tiempo; de hecho, estuve presente en su fallecimiento.
P. Entonces, ¿cuándo entra en contacto con LV?
R. A partir del 2000 que fue cuando nos instalamos en el Beatriz, en un espacio amplio que se creó tras una reforma del edificio. Estuve allí hasta 2017, cuando llegó el Banco Santander. Después estuve cuatro años en el Santander, y en 2020, me jubilé.
P. La atención médica al presidente tenía que ser compleja porque sufrió diferentes problemas. ¿No es así?
R. Tenía problemas de tipo crónico y bajadas de tensión relativamente frecuentes, creo que era un problema hereditario. En ocasiones, se juntaban todos los médicos que le atendían en el servicio médico del Banco; creo que una vez cada seis meses. Pocos después, redactaban un informe con los tratamientos y con las novedades si las había. Venía un oncólogo, un doctor de medicina interna, un urólogo, un otorrino y también un cardiólogo. Luis Valls tenía un una enfermedad crónica, pero que no requería un tratamiento complicadísimo. Realmente tomaba dos o tres pastillas y se hacía una analítica al año, nada más. No requería nada más. De hecho, si no fuera por estas patologías crónicas, podríamos decir que gozaba de una buena salud porque además era una persona deportista, y lo había sido más en su juventud.
P. ¿Tenía un trato cercano con los que le redoaban?
R. Sí, sobre todo con el enfermero Bravo, pero también con otras personas que le cuidaban o le atendían, era cercano y cariñoso con ellos. Se sabía los nombres de todos, los que limpiaban el despacho, los camareros, hasta alguno de los limpiacristales, al que intentó convencer para que siguiera con los estudios.
P.¿Cómo era el trato personal con Luis Valls?
R. Era una persona silenciosa, que escuchaba. En alguna ocasión me preguntaba por temas suyos, de las enfermedades, pero creo que su gran virtud era el silencio. Cuando vives en un ambiente de silencio, amas el silencio, pues no tienes ruidos y quien no tiene ruidos escucha con profundidad, eres capaz de centrarse y de atender. Creo que le gustaba ese juego de que la gente le comprendiera con pocas palabras o con una mirada, un cierto toque de misterio y un juego inteligente.
P. ¿Era cumplidor con los mandatos que le daba como médico?
R. Creo que sí; para él, venir al médico era un acto tan importante como despachar con un director general o el consejero delegado.Era una persona que sabía que era mejor que le atendiera en la zona médica por eso casi nunca pedía que subiera a su despacho.
P. Y, ¿qúe pasó cuando empezó a ponerse más enfermo, a partir de 2005?
R. Se fue a Mirasierra, a su residencia, y dejé de atenderle. Pregunté por él a otros directivos que seguían viéndole, como al nuevo presidente Ángel Ron, pero no le visitaba. Por lo que me fueron comentando, tengo la impresión de que dejó de luchar, que fue aceptando que su misión en el Popular había acabado; creo era su vocación y su misión, ambas y vio que habían terminado. Supo darle ese carpetazo, ese final, cuando lo creyó conveniente. Creo que los últimos años fueron una etapa preparatoria para su acontecimiento más importante. Era una persona tremendamente culta y muy racional. Y una persona de fe. Todo lo que hacía estaba pensado para que encajara en su misión. Incluso creo que pudo racionalizar que su misión de llevar el Banco había terminado. Pensó que su sucesor estaba en las condiciones adecuadas…Es la sensación que tengo por lo que me han comentado gente de su alrededor y por lo que le he conocido. Pienso que mientras él vivió, hubo una simbiosis total entre su personalidad con el proyecto del Banco Popular, como algo que nunca más existió. No solo en decisiones estratégicas, sino en la mécanica interna del banco.
P. ¿Cúales fueron las causas de la muerte de LV?
R. No estaba bajo mi tratamiento, pero tengo entendido que fueron temas derivados de los efectos crónicos, de los tratamientos que tuvo. Entiendo que un fallo renal, una insuficiencia renal. Fue un deterioro difícil de solventar médicamente y derivado de esos tratamientos que tuvo, probablemene muy duros. Antes de que yo llegara se le había aplicado quimioterapia que es posible que le provocara problemas renales.
P. Con lo que le llegaste a conocer, así como a los demás directivos del banco, ¿qué es lo que más te llamó la atención sobre su gestión?
R. Era una persona reflexiva, una persona de silencio, que huía de salir en la prensa, como otros banqueros de su tiempo. No creo que tuviera una obsesión con el crecimiento rápido del banco. Todo esto se reflejaba en los escritos de la Memoria del Banco, que eran un verdadero manual de estilo y, además, eran un documento muy apreciado en el banco. Recuerdo que se leían con profundidad por parte de todo el mundo, desde el empleado más bajo hasta los directores generales.