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TESTIMONIOS

Rafael Bermejo

directivo Banco Popular (1991-2004)

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“Era un gran líder al que, con su ejemplo, seguía todo el banco”

Alguien que llegó a ser director general del Banco Popular está muy cualificado para dar un sólido testimonio de cómo era y quién fue Luis Valls. Es el caso de Rafael Bermejo, que, quitando unos años en los que ejerció su profesión fuera del banco, acompañó a Valls prácticamente hasta que éste dimitió de sus funciones, allá por el 2004.

Su trato iba más allá del banco, en los que, relata, “venía a vernos a casa muchos fines de semana y acabábamos hablando de lo divino y de lo humano”, tertulias en las que participa muy activamente su mujer. Bermejo alude precisamente a su mujer, quién solía decir que Luis era “una persona ejemplar, de una educación absoluta”.

“A mí lo que me gusta es influir, no mandar” era una de las frases habituales que Bermejo escucho una y otra vez al banquero catalán. Asegura que le vio muy pocas veces dar una orden tajante, porque era “un líder nato” y no necesitaba hacer aspavientos ni excesos para que sus indicaciones se llevaran a cabo. En concreto define a ese líder con un carácter sobrio, que redundó, entre otras cosas, en salarios poco competitivos frente al resto de la banca, pero el antiguo director general asegura que, precisamente el líder aportaba un gran salario mental y eso hacía que fuera un grupo motivado y cohesionado. Los resultados del banco de aquellos años son buena prueba de ello. Rafael Bermejo se entusiasma contando una anécdota de Valls en la que un invitado suyo presenció que, al terminar la comida, apagó la luz, “esas cosas no las hacen los presidentes, nunca he visto en mi vida una cosa así” Una pequeña anécdota, quizá sin importancia, pero que puede reflejar cómo era él y qué espíritu de servicio y atención transmitía a toda la organización.

Más allá de su perfil como banquero, su antiguo director general lo recuerda como “ una persona que leía muchísimo, de todo, novela, poesía, filosofía”, una persona con un bagaje intelectual impresionante, algo poco habitual en el sector bancario.

Bermejo rememora la capacidad de trabajo del banquero del edificio Beatriz, incluidos los sábados y los domingos. Estaba siempre dándole vueltas a la cabeza para ver cómo hacer cada día mejor las cosas. Una cultura que el propio Valls, con su ejemplo, impregnó en toda la organización.

Valls era muy especial, único a la que, Bermejo al final de su relato, insiste en el calificativo con el que comenzó su testimonio “ una persona ejemplar”.

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