TESTIMONIOS
Juan Luis Bastero
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“Las fundaciones daban créditos a los seminaristas y Luis Valls solo nos pedía que fueran buenos sacerdotes”
En las afueras de Pamplona, en la localidad navarra de Cizur Menor, hay un lugar singular llamado Seminario Internacional Bidasoa, que tiene unas peculiaridades muy concretas que le hacen ser muy especial.
Todos los residentes están en un camino de discernimiento y formación para el sacerdocio, como en todos los seminarios, pero en este solo hay residentes internacionales a los que, desde distintas diócesis del mundo, les envían para que se formen en Bidasoa. Es la existencia de la facultad de Teología de la prestigiosa Universidad de Navarra la que explica Bidasoa. Son muchos los futuros sacerdotes los que entienden que la formación humana, espiritual e intelectual que les ofrecen allí es muy especial y prueba de ello es que el seminario está siempre completo, no hay sitio para más. Un centenar de residentes es la máxima capacidad que tiene Bidasoa.
Otra diferencia es que, en contra de lo que ocurre en todos los seminarios en los que la formación humana e intelectual se imparte en el propio seminario, aquí las clases se imparten en otro lugar, en la facultad de Teología, que dista unos cuarenta minutos andando de Bidasoa.
Don Juan Luis Bastero, que fue el primer rector de Bidasoa relata que “ vienen estudiantes de todo el mundo y luego cuando terminan se ordenan, trabajan y viven en sus diócesis”. Bastero apunta que “casi siempre los estudiantes tienen escasos recursos y desde Bidasoa se ocupan de buscar fundaciones para que reciban la formación en Bidasoa y así poder servir a la Iglesia”. Desde su fundación en 1988 son más de 1.200 estudiantes los que han sido residentes del seminario y, de ellos, 900 son sacerdotes.
Respecto a las ayudas Bastero aclara que “ las ayudas eran un préstamo al honor, que luego si podían, ayudasen, y lo han hecho” y apunta “ era un crédito al estudiante individual al seminarista para pagar sus gastos, no a Bidasoa que era solo el intermediario”. Las fundaciones inspiradas por Luis Valls han ayudado desde la creación del seminario y, curiosamente, él nunca estuvo personalmente en Bidasoa y que todo lo que pedía era “ que sean buenos sacerdotes y que recen por mí y por mi hermano Javier”.
El testimonio se enriquece con don Jesús María Larrea, ecónomo de Bidasoa que nos enumera los 19 países representados por los estudiantes del seminario.
Larrea explica que un seminario es un lugar para que se pueda discernir quién si y quién no tiene auténtica vocación sacerdotal. Eso explica la diferencia de los 1.200 estudiantes y los 900 que finalmente se han ordenado.
No solo las fundaciones inspiradas por Luis Valls han ayudado a este singular seminario. José María Chueca Recalde era un empresario vasco que pagó, a través de una fundación creada por él, todo el seminario “hasta la última cucharilla” puntualiza don José María. Un busto suyo preside la entrada de las instalaciones.
El ecónomo asegura que el secreto de Bidasoa es que “ es una familia” y que “ hay una gran libertad”. Larrea finaliza su relato afirmando que “ es un milagro que hayan salido 900 sacerdotes en 30 años”.