EN PROFUNDIDAD
Alberto Muñíz Sánchez, 'Tío Alberto'
Por Íñigo de Barrón Arniches, periodista que ha trabajado en medios como El País, donde fue Corresponsal Financiero entre el 2000 y 2022, Europa Press o Expansión. También ha colaborado en algunos canales de televisión y radio, como RTVE, La Sexta, Cuatro, COPE, Cadena SER y Onda Madrid. Autor del libro “El hundimiento de la banca”, entre otros, ha recibido a lo largo de su carrera diferentes premios como el Schroders al mejor artículo del año y el ING de Periodismo.
“Luis Valls no era un banquero al uso, era un banquero con sandalias”
A mediados de los años 80, la labor de la Fundación CiudadEscuela Muchachos (CEMU) atrajo la atención de Luis Valls, expresidente del Banco Popular. Estableció una relación muy especial con su fundador, Alberto Muñiz Sánchez (conocido por todos como Tío Alberto), y la Fundación Hispánica empezó a apoyar económicamente este proyecto a través de un crédito hipotecario de larga duración, que sigue vigente, y con condiciones muy flexibles. El Tío Alberto define a Valls como “un banquero con sandalias, no era un banquero al uso”.
Tío Alberto fue durante 15 años arquitecto y director técnico- artístico de Benposta, lo que fue El Circo de los Muchachos, itinerante, pero instalado en las afueras de Orense. Mientras aquella experiencia se enfocó en otra dirección, Tío Alberto optó por crear la CiudadEscuela en Leganés en 1970. Su objetivo es “acoger, proteger y educar a niños, niñas y jóvenes con dificultades sociales adaptativas en camino a su integración, así como a estudiantes externos”, según manifiesta la entidad en sus estatutos. Esta ciudad a escala infantil también cuenta con su propio centro escolar, que es concertado y no se parece en nada a los colegios tradicionales por su planteamiento arquitectónico y su filosofía. A diario, unos 400 niños y jóvenes acuden a la CiudadEscuela a estudiar (colegio), a formarse (talleres profesionales) o a divertirse (talleres de formación no reglada y programas de ocio). El 45% de los ciudadanos infantiles son de origen inmigrante. La CEMU “es un espacio de aprendizaje donde niños, niñas y adolescentes, residentes y externos, estudian, juegan y se desarrollan compartiendo sus anhelos”, explican sus directivos. Además, la CEMU tiene un ayuntamiento con un alcalde elegido por todos los niños y niñas, su propia emisora de radio, edita una revista mensual y cuenta con un banco y una moneda propia, la CEMU, para uso interno.
Pregunta. ¿Cómo conoció a Luis Valls?
Respuesta. Había oído hablar de él como presidente del Banco Popular, pero no le conocía personalmente. Pero un día, en la década de los años 80, vino a visitarnos. Fue al principio, cuando estaba empezando a despegar el proyecto de la CiudadEscuela Muchachos (CEMU). Habíamos construido solo una parte de las instalaciones actuales. Recuerdo que entró aquí con ese aspecto elegante que tenía, que me llamó la atención. Como arquitecto, soy muy amante de la estética y la estética es una ética. Muchas veces la cara es el espejo del alma. Recuerdo su discreción, la de un caballero que gestionaba la conversación, con largos silencios y una atenta escucha. Me hablaba con tal conocimiento, cariño y empatía que pensé que podía ser un amigo mío del colegio, del pupitre, pues me dio la sensación de que le conocía de siempre. Recuerdo que se puso a mirar entre los libros de mi despacho y hacía comentarios que mostraban su gran cultura, pero siempre preguntando con mucha curiosidad.
P. ¿Cómo empezó su relación para que se iniciara el apoyo de la Fundación Hispánica al proyecto la CiudadEscuela de los Muchachos?
R. Un día de aquella década me citó en su despacho del Banco Popular, le encontré sentado detrás de una mesa de ónix. Me pareció una persona que no tenía alma de banquero precisamente. Creo que tenía una gran necesidad por ayudar a las personas que lo pasan mal, especialmente los niños, aunque también ayudó a otras personas. Le conté el proyecto de la CEMU, que estaba empezando, y nos dio un crédito sin intereses. Aún seguimos atendiendo la deuda hipotecaria que se generó en aquel entonces.
P. La CEMU es muy grande, con unas 3 hectáreas. ¿La Fundación fue apoyando el crecimiento de este proyecto?
R. Sí, su papel para nosotros siempre ha sido muy importante porque hemos estado apurados económicamente. Al principio compré tres hectáreas, que entonces eran rústicas a un bajo precio. Entonces yo compatibilizaba mi labor profesional en un estudio de arquitectura pujante con mis compañeros José Miguel de Prada y Andrés García-Quijada, con mi compromiso con el Circo de los Muchachos del Padre Silva, al que me había unido en León. Después aumentaron las necesidades de inversión para avanzar el desarrollo de la CEMU y apareció Luis Valls.
P. En estos momentos, ¿está ordenada la estructura financiera de la CiudadEscuela?
R. Sí, lo hemos conseguido porque tenemos un gran equipo gestor. La CEMU es una tarea muy compleja, pero a nosotros nos hace felices y somos persistentes. Los primeros años fueron muy difíciles porque Leganés era una ciudad dormitorio y la juventud tenía pocas opciones, los problemas sociales se acumulaban. Por eso, a las autoridades les gustó el proyecto de intentar crear una ciudad escuela con la que sacar de la calle a estos muchachos en dificultades.
P. ¿Cuáles son las líneas principales de su proyecto?
R. Para mí, el aula de enseñanza es la expresión de la educación, la función hace la forma. Y eso se obvia en casi todos los centros. Si se cambia el frontis de la mayoría de los colegios y en lugar de pupitres pones camas, se convierte en un hospital perfecto o si cambias algunas mesas, se convierte en un ministerio, y este no es el ambiente apropiado para educar. Luis Valls lo entendió; creo que le entusiasmó el proyecto y nos ayudó a través de la Fundación Hispánica.
P. ¿A Valls le gustaba venir por aquí? ¿Seguía de cerca su proyecto?
R. Sí, venía algunas tardes o en fin de semana. Unas dos veces al mes. A veces lo hacía sin avisar. Entraba y daba vueltas por la CEMU, y luego me avisaban que estaba aquí y venía a mi despacho. Cuando finalizamos la iglesia, nos regaló un Cristo, una maravillosa escultura catalana, que tenemos colgado en el retablo. También nos regaló una virgen, una réplica de la Virgen Blanca de Toledo. Luis Valls era un banquero con sandalias. Yo pinté un mural con un Cristo ascendente que él apreciaba. Porque una de mis especialidades han sido los murales. Los he pintado en Irán y en África. Son expresionistas, me gusta estar en ese entorno donde coincide lo atávico y lo cívico. Quiero que me entiendan tanto los intelectuales como los niños. No soy un hombre religioso, pero soy creyente. No creo que después de esto esté el vacío. Jesús fue un ejemplo.
P. ¿Esta escuela es confesional católica?
R. No, somos aconfesionales, tenemos niños y jóvenes de todas las creencias. Aquí se educa en libertad, también religiosa. Por supuesto hay musulmanes, con los que a veces me cruzo y me saludan diciendo “Que Alá te proteja” y me parece muy bonito. Al principio hicimos una capilla con un Cristo hecho de hierros reciclados; pero después construimos la iglesia. Valls le puso el nombre, la Catedral del Niño. Él ayudó mucho a su financiación. Las vidrieras son de Luis Zurro, que es el mejor maestro vidriero que en ese momento había en España y en Europa. Una catedral de luz. Y el monumento que hay enfrente es un homenaje a Luis Valls y a Luis Zurdo, es un homenaje a los dos “luises”, entre los dos ayudaron a construir esta catedral.
P. Pero tienen una iglesia católica…
R. No somos un centro religioso, la iglesia significa reunión y se celebran muchos actos. La CEMU es totalmente aconfesional, pero claro, la impronta de la religión de Jesús para mí es muy fuerte. No concibo un pueblo español o del Mediterráneo sin la espadaña de una iglesia.
P. ¿Qué hace diferente a la CEMU de otros proyectos educativos?
R. Partimos de la idea de que el niño debe sentirse libre. Y le basta con eso. Hasta ahora, eran objetos pasivos sin derechos. La infancia se inventó hace muy poquito en la Tierra, aunque ahora nos parece un concepto básico. En la CEMU, los niños tienen voz y voto en la asamblea semanal, que está dirigida por ellos. Tú, como adulto, tienes que pedir permiso al alcalde o alcaldesa, que lo eligen ellos, para que te deje hablar. El reto es enseñar los principios de una sociedad democrática. Por eso, para nosotros existe el binomio educativo, “niño-adulto, adulto-niño”, hay una interacción. La autoridad naturalmente académica es del adulto, pero los niños opinan y por supuesto defienden sus posiciones.
P. El niño alcalde, ¿qué funciones tiene?
R. Es la máxima autoridad en lo político, en la organización interna. Afrontan el juego ciudadano, que es como denominamos este sistema participativo. Educadores y niños son vasos comunicantes y así es posible fomentar la convivencia solidaria. De esta manera evitamos esa costumbre terrible del chulo de la clase que le quita a otro el bocadillo o que genera pensamientos suicidas en otros sin que lo sepan los maestros…
P. En un principio, decía que venían niños emigrantes de toda España a la CEMU, pero ahora son de otros continentes y otras religiones. ¿Cómo favorecen la integración?
R. Esto ayuda a la integración porque los chavales escogen su equipo, sus concejales, al responsable de promoción ciudadana, al orden público, etc.
P. ¿El de orden público se convierte en un policía?
R. Escogen a muchachos deportistas, de armas tomar, porque se tendrá que enfrentar a alguno que esté quitando móviles, por ejemplo. Es un sistema para que lo puedan arreglar entre ellos, sin que haga falta la denuncia. Tienen sus organizaciones internas, sin que intervengan los adultos. Lo pueden denunciar internamente y, de esa manera, se evita la violencia.
P. Una parte de las instalaciones son escuelas y otras residencias, en donde están niños de otros países, de origen inmigrante. ¿Cómo conviven entre ellos?
R. Muy bien. El problema no está en los niños. La sociedad es la que inculca formas de ver las cosas porque a ellos no les importa el color de la piel, ni el color del pensamiento ni el color religioso. Ellos son más sinceros, eso que escasea tanto en los adultos, y a mí me encanta. Esta zona de Madrid siempre ha sido receptora de emigración desde los años setenta. Pero la convivencia siempre ha sido facilitada por el carácter infantil, en todas las épocas. Los inmigrantes ahora provienen de otros países, a diferencia de cuando venían de otras regiones de España.
P. ¿Por qué hay un edificio que es un banco?
R. Porque tenemos nuestra propia moneda para uso interno. Es la CEMU, en formato de billete. En uno de ellos aparece el retrato de Felipe VI cuando era un niño y príncipe. Ya estando casado con la Reina Leticia, nos visitaron y siempre han tenido un trato muy afectuoso con nosotros. Lo utilizamos como herramienta para fomentar el ahorro entre los muchachos.